No volveré a ser la misma… y está bien

Cambias. Cambia tu cuerpo, cambia tu mente, cambias tú. Y con ese cambio, ya nada volverá a ser igual.

No es solo un embarazo. Es un viaje profundo y transformador, un proceso de muerte y renacimiento donde mueres a quien eras para dar vida a alguien nuevo, más completa, más humana, más sabia.

“No lo sabía entonces, pero la verdad es que no existe un embarazo sin complicaciones. Todas dejamos algo atrás para poder recibir a nuestros bebés.”

— Danielle Valentine

Tu cuerpo habla sin pedir permiso: estrías, celulitis, reflujo, hinchazón, cansancio. Son marcas visibles de la vida que crece dentro de ti. Marcas que cuentan la historia de tu entrega absoluta.

Tu mente se abre como nunca antes, se llena de nuevas emociones, miedos que no sabías que existían, pero también de una fuerza interior que jamás habías experimentado. Un poder profundo que parece venir de un lugar más allá de ti.

“Ser madre es descubrir una fuerza que no sabías que tenías, y enfrentar miedos que no sabías que existían.”

— Reflexión anónima

Ese cambio es tan real, tan inevitable, que no puedes regresar atrás. Y no, no es algo malo. Es evolución, crecimiento, una transformación divina que te prepara para una nueva etapa.

No volverás a ser la misma, pero renacerás como una versión más auténtica y fuerte de ti misma.


Hay momentos en los que lloro sin razón aparente. Me imagino sosteniendo a mi bebé, y el mundo se detiene. En esos instantes, siento que cada lágrima tiene sentido. Siento el olor, el calor, la mirada de mi hija incluso antes de tenerla en mis brazos. Es una emoción que me quiebra y, a la vez, me llena de propósito.

He vivido momentos de vulnerabilidad, de sentirme incapaz, desbordada, como si mi alma estuviera en pedazos. Pero también he descubierto una fortaleza que no sé de dónde viene, una fuerza que me sostiene y me guía. Esa fuerza es divina y me acompaña en este camino que, aunque a veces oscuro, es sagrado.

Agradezco a todos los que han preguntado, que han mostrado interés aunque a veces sin saber qué decir o cómo acercarse. Agradezco la paciencia, la curiosidad, y el apoyo silencioso. Porque a pesar de las hormonas y emociones a flor de piel, sigo aquí, poniendo mi alma en cada instante, entregándome para proteger y amar esta vida que crece dentro de mí.


Nadie me advirtió de muchas cosas. Recuerdo el miedo que sentí cuando mi cuerpo reaccionó de maneras inesperadas. Como aquella vez que mi caca salió negra y pensé que algo andaba mal. Era el hierro, un suplemento necesario para cuidar el embarazo, pero nadie me lo explicó.

Me dijeron que habría “muchos cambios”, pero nadie me contó cuáles.

Las hemorroides que no te dejan dormir. Las cremas que se vuelven imprescindibles. La piel que cambia, el cuello que se oscurece, los senos y la vagina que adquieren tonos que nunca imaginaste. En mi caso, fueron negros. Literal.

La primera vez que me vi, sentí miedo y desconcierto. No reconocía ese cuerpo ni esa mujer en el espejo.

Pero aprendí a abrazar cada cambio con amor. Porque cada marca es la señal de un milagro. Aunque no sea la imagen idealizada que muestra Instagram, es real, profundo y perfectamente divino.

“El embarazo es una revolución interna, profunda y silenciosa. Cambia tu cuerpo, sí, pero sobre todo transforma tu alma.”

— Virginia Gawel


Por último, te comparto algo sincero: hacer ejercicio ayuda.

Yo no hice todo lo que debería, porque el cansancio, el peso y el dolor a veces me detenían. Pero cada vez que lograba moverme, aunque poco, mi cuerpo lo agradecía.

Cuida tu cuerpo como cuidas a tu bebé. Ambos lo necesitan. Y tú también mereces ese cuidado, ese amor y esa paciencia.

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