Me dijeron tantas cosas sobre el embarazo… que llegué a tenerle miedo. Pensaba que no iba a poder. Sentía que no era el momento. Hay tantos mitos disfrazados de miedos ajenos, que a veces te roban la ilusión antes de que puedas sentirla tuya. Y esto no solo pasa con una gestación… también sucede con los sueños, las oportunidades y los propósitos que Dios siembra en el corazón.
Los comentarios no ayudaban: “¿Tú embarazada? ¡Pero si no tienes tiempo!” “Se te acabó la ficha.””Si es niña, te vas a poner fea.” “¿Y ese papá? Nada que ver…”
Hoy entiendo por qué a muchas mujeres les da miedo ser madres. Porque aunque este proceso es profundamente hermoso, también está lleno de incomodidad, soledad e incomprensión. Y sin embargo… Aquí estamos. Caminando con fé, sosteniéndonos en el amor, aferradas a una promesa que sentimos en lo más profundo.
Lo que hice estos casi 9 meses fue depender de Dios, soltar el control, rendirme y respirar… sabiendo que todo iba a estar bien.
“Dios no llama a las capacitadas, Él capacita a las que llama.” — Christine Caine
Hoy veo con otros ojos este proceso. Aunque está lleno de responsabilidades y retos, también está lleno de milagros, de crecimiento, de nuevas versiones de nosotras que jamás imaginamos conocer. Estoy aprendiendo que el miedo no tiene la última palabra. Que cuando Dios pone un propósito, también te da la gracia para caminarlo. Y aunque a veces tiemblan las piernas, el corazón late con más fuerza.
“En lugar de vivir temiendo el futuro, podemos caminar con confianza sabiendo que Dios ya está allí.”* — Lysa TerKeurst
“Estando persuadida de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.” Filipenses 1:6
Si tú también eres una futura mamá… te admiro. Te respeto.Nadie sabe todo lo que atraviesas para darle vida a otra vida. Pero Dios sí lo sabe. Y Él te sostiene.
Hay momentos que solo Dios entiende. Dolores que solo Él puede sanar. Procesos que nadie va a comprender… pero que Él nunca deja de mirar. Cuando todos se van, Él se queda. Y sigue ahí, susurrándote con ternura:
“Tú eres la niña de mis ojos.” — Zacarías 2:8
Salud por la mejor temporada que está por llegar. Una temporada llena de propósito, promesas y presencia. De la mano de un Dios que no falla.
Mi recomendación para ti:
Vive tu proceso.
¿Qué hice yo estos casi 9 meses?
Depender de Dios, soltar el control, rendirme… y respirar, confiando en que todo iba a estar bien.
Es liberador y lleno de fe.
Pero te invito a elegirlo… porque solo Él da la paz que nadie más puede dar.
Y hazlo también con estilo, con amor propio y con la frente en alto. Porque ser mujer es una bendición.
Porque llevar vida en el vientre, fe en el alma y gracia en el corazón… es un acto de poder.
Si este mensaje tocó tu corazón, quédate cerca.
Deseo con todo mi ser transformar vidas a través de la Palabra de Dios, con historias reales, procesos con propósito y una fe que sana, impulsa y da vida.
Este espacio es para ti. Y lo caminaremos juntas.